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Economía digital: ¿sobrevivirá la democracia en América Central?

 

La semana pasada terminando uno de los capítulos de mi nuevo libro pensaba en las sociedades centroamericanas ancladas en incipientes economías agroindustriales y de servicios y como estas enfrentaran el nuevo mundo que ya se vive fuera de ellas.

Decía Jack Welch, el legendario CEO de General Electric, que “cuando los cambios internos de una compañía son superados por los cambios externos, entonces el final de esa compañía está cerca.” Dudo que el señor Welch pudiera imaginar la velocidad a la que se están produciendo los cambios en el mundo quince años después de su partida de la GE. Cambios propiciados fundamentalmente por uno de los conceptos más disruptivos en los últimos tiempos: la llamada transformación digital, que está generando la nueva economía digital.

La digitalización puede ayudar a mejorar las empresas…o acabar con ellas y afirmo esto pues los nuevos negocios digitales son la principal causa por la que la mitad de las compañías que aparecían en el año 2000 en el ranking de las 500 más grandes del mundo, hoy ya no existan.

Resulta complicado definir qué es la transformación digital pero es evidente que va mucho más allá de un cambio tecnológico en el seno de la sociedad.

En primer lugar, y como base de todo, los consumidores se están convirtiendo en consumidores digitales, que están 24 horas al día conectados

En segundo lugar, La digitalización permite crear puestos de trabajo en profesiones que hasta hace poco ni siquiera existían.

Así pues, la economía digital ofrece una serie de amenazas y oportunidades para la sociedad nunca vistas anteriormente. Vivimos la cuarta revolución industrial de la historia.

La digitalización ha provocado que una pequeña compañía de San Francisco, UBER traiga de cabeza a los taxistas de medio mundo, la mayor compañía hotelera AIRBAB no tiene ni una sola habitación en propiedad, el mayor medio de comunicación del mundo Facebook no tiene periódicos ni televisoras.

El problema es cuando las personas, y no tanto la tecnología, son la pieza fundamental en esta transformación.

La transformación digital avanza a una velocidad vertiginosa, nos encontramos con un mercado laboral basado en la oferta consolidada en el último siglo, sobre bases de conocimiento muy alejadas de este paradigma y sobre una proyección de vida basada en conceptos que están desapareciendo, ya no de la oferta profesional, sino de la vida misma. La vivienda con internet de las cosas, la gentrificación de las ciudades, el e-commerce, plantean situaciones nuevas en el día a día que no se solucionan con promesas de un mundo mejor.

Hoy en España en pleno verano turístico se paralizan los taxis, que pelean por su espacio contra UBER y Cabify, y lo hacen como se peleaba en el siglo XIX, bueno pues eventos como estos resultan en la primera llamada de atención sobre otras muchas protestas que vendrán. Y esto nos lleva a preguntarnos, Es que a caso deben cerrar las cadenas de supermercados por la existencia de Amazon? Deben aceptar los 60.000 empleados de Blockbuster que Netflix ha acabado con su trabajo con solo 5.400 personas?

Ante esta dramática y vertiginosa transformación que viven la mayoría de sociedades en el mundo, en Centroamérica hoy un dictador de bolsillo masacra a su pueblo mientras sus vecinos observan con complicidad, la economía mas grande de la región sufre una intervención política multinacional en el innovador modelo del “Soft Power”, los otros países languidencen preguntándose que pasa, sin detenerse a reconocer que fuera de la región todo cambio. Y más temprano que tarde surgirá la pregunta ¿Sobrevivirá la democracia en América Central, ante tanta ineptitud?

Para terminar y Parafraseando al señor Welch, será que los dirigentes de la región no se dan cuenta que “cuando los lentos cambios internos de las naciones centroamericanas son superados por los cambios externos, entonces el final de sus modelos de convivencia está cerca.”

Hasta la próxima.

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