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El riesgo de la migración africana en Europa

 

La ola de migrantes ilegales hacia Europa debe ser analizada desde dos perspectivas diametralmente opuestas. La perspectiva la humana, nos dice que el deseo de superación y la búsqueda de un futuro menos obscuro que en sus tierras natales impulsa a los migrantes africanos a desafiar la muerte en alta mar. Es ese sentido de sobrevivencia el que alienta a miles de ciudadanos a buscar la tierra prometida en el Viejo Continente.

La otra visión, la política, encierra un panorama obscuro y con rostro poco amable. Plantea las necesidades de los países europeos por preservar su cultura, la seguridad de sus ciudadanos, controlar sus presupuestos y racionalizar el proceso de expansión poblacional dentro de un orden lógico y un territorio ya densamente poblado.

El éxito de la convivencia humana descansa en el respeto al derecho ajeno, como lo citaba Benito Juárez, uno de los mexicanos universales. Y si bien los migrantes se juegan la vida en busca de un futuro mejor y deben ser respetados, igualmente válido es el interés de las sociedades europeas por conservar un modo de vida, que se ha construido con mucho sacrificio. Europa ha hecho grandes sacrificios para elevar el nivel de vida de sus pobladores a partir de pocos habitantes y muchos impuestos. Por contraste, los países de origen de los migrantes viven bajo condiciones diametralmente opuestos: pocos impuestos y una masa poblacional que crece inconteniblemente.

La migración desde África es un riesgo para el modelo socioeconómico europeo porque las posibilidades reales para conservar la cultura y sostener el modelo productivo están prácticamente a límite. En menos de 25 años, la población musulmana –cito este dato como ejemplo, será casi la cuarta parte del grueso poblacional y eso implicará un altísimo riesgo de modificar la cultura y desmejorar el nivel de vida si se quiere tener una sociedad equitativa y con oportunidades para todos.

De alguna manera, los paradigmas con que se analiza el tema de los migrantes son muy parecidos cuando se ve el mismo fenómeno en Estados Unidos. La gran diferencia está en que la cuna del sueño americano si tiene posibilidades de crecer exponencialmente en el tema de oportunidades y desarrollo económico porque en esa parte del mundo aun hay hacia donde crecer.

Hechos como la ola migratoria este verano hacia el Viejo Continente encendieron las alarmas gubernamentales. El problema es verdaderamente serio, un reciente estudio estima que en proporción a las poblaciones nativas europeas, dentro de 25 años la presencia de los migrantes desde el continente africano equivaldrá a casi la cuarta parte de masa crítica humana de toda Europa. Es natural que ese sea el panorama: mientras las familias europeas están creciendo a tasas peligrosamente bajas para conservar sus características propias y su población tiene mayor edad promedio, los recién llegados son jóvenes y se reproducen con rapidez.

La solución al fenómeno es compleja más no imposible. Reclama estabilidad política en los países exportadores de migrantes. Pide la generación de oportunidades, sostenibilidad en el empleo y respeto al ser humano en todas sus versiones. Pero sobre todo, pide que el respeto a la ley sea el normativo básico de convivencia.

Mientras haya abuso en el entorno africano, la migración continuará. Mientras haya abuso en el entorno, habrá violencia. Mientras haya menos oportunidades de paz y desarrollo, existirá migración.

La formula de solución esta en manos de Bruselas donde Europa deberá promulgar política publicas que estimulen la inversión privada en la naciones africanas, y desarrollen programas subsidiarios en los sectores de educación y salud en esas naciones, si comienzan ya, quizá el problema pueda resolverse.

 

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