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Maduro se pudrió

Usar como rehén a los pueblos es una de las decisiones más ruines que los políticos pueden tomar. Eso ha ocurrido en la Nicaragua Sandinista en los años 80 y ahora, en la Venezuela de Nicolás Maduro.

En este último y muy doloroso caso, las razones del dramático deterioro de la economía y riqueza nacionales tienen dos claros componentes: el respaldo y sumisión política y económica a Cuba y el saqueo inmisericorde de la riqueza de esa nación petrolera.

Con estas evidencias a la vista, no es de extrañar que en la agenda del señor Maduro, lo último que cuente sea el interés de los ciudadanos venezolanos. Si anteriormente era crítico el sostenimiento de la soberanía y la atención a las clases desposeídas, la dolorosa realidad de la tierra de Simón Bolivar hecha por la borda toda justificación. La soberanía ha sido violada por la intervención cubana; el hambre al que se ha sometido al pueblo, documenta perfectamente el desprecio de este gobernante por su pueblo.

Cabe entonces preguntarse si a Maduro le queda algún asidero político real que no sea el respaldo de los esbirros locales y cubanos que torturan y reprimen al país. Los testimonios hacen pensar que aunque todavía hay una cantidad visible de sus seguidores, las medidas adoptadas por la comunidad internacional en las última semanas y en especial ayer 23 de febrero, han acordado el final del régimen más vergonzosamente oprobioso del que se tiene memoria en el continente, claro, detrás del régimen cubano.

El gran error de este innombrable tiranuelo venezolano, ha sido jugar con el hambre de su pueblo. Dictaduras feroces se han cuidado de no llevar al borde de la desesperación a sus ciudadanos, pues saben que el hambre es mala consejera y que no hay convicción ni ideología que se reponga cuando la injusticia y el latrocinio de los líderes, sale a luz.

Maduro y su séquito no la están pasando mal. Tienen aun algún poder de represión y solo así están sosteniéndose en el poder. Su credibilidad ha caído a niveles inimaginables y no les queda sino el recurso del miedo para gobernar, luego de empobrecer y humillar a los ciudadanos, sus familias y su futuro.

El último error del gobierno venezolano ha sido rechazar el apoyo de la comunidad internacional. Negar la entrada de esa ayuda será trágico para miles de ciudadanos.

Es cobarde y ruin usar como rehén a los pueblos. Se cometen un delito de lesa humanidad que le toca corregir a políticos como Juan Guaidó, a quien la coyuntura y la realidad han convertido en el salvador del país. Para entender mejor este fragmento de la historia, hay que pensar en los hechos: Venezuela necesita ayuda, venga esta de Estados Unidos, de Rusia o de China. En cualquiera de los casos, la angustiante necesidad desnuda el fracaso de un régimen que no dudó en sacrificar a sus ciudadanos para sostenerse en el poder.

Ese gobierno debe ser defenestrado.

Es el momento de intervenir en rescate de una nación cuya gente está siendo inmisericordemente sacrificada.

Como amante de la democracia y la libertad ruego la solidaridad con Venezuela y los venezolanos de todos los ciudadanos libres en el hemisferios occidental.



Que Dios les bendiga

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